EL BLOG DE UNA ORIENTADORA DESORIENTADA

BLOG DE UNA ORIENTADORA DESORIENTADA ¿POR QUÉ DESORIENTADA? porque todos cuando empezamos lo estamos, pero en esta profesión nunca deja de sorprenderme todo lo que me queda por saber. Además si tenemos en cuenta mis dificultades de orientación espacial que hacen que me pierda hasta en mi barrio, pues mayor desorientación para esta humilde orientadora...

miércoles, 15 de marzo de 2017

UNA CONFUSIÓN DE LA QUE SAQUÉ UN APRENDIZAJE

En esta entrada voy a hablar del extraño personaje en el que nos convertimos los orientadores en ocasiones. Ya he comentado anteriormente que, como buena novata, en mis principios iba cargada con un maletón de ruedas lleno de pruebas hasta los topes, pues un día que iba llegando a uno de los coles entré con una profesora con la que no había tenido el gusto de entablar conversación hasta el momento, de lo que se deduce que nadie nos había presentado. Ella me miraba mucho y miraba mi maleta con mucha curiosidad, hasta que se aventuró a hacer la pregunta que le estaba carcomiendo.
"Hola, ¿eres una vendedora de una editorial? ¿qué tipo de material traes? ¿cuentos?"
Me quedé con cara de pasmada y miré primero mi maletón y luego a la profesora sin comprender muy bien las preguntas. Luego, como parte de mi forma de ser estallé en carcajadas sin poder contenerme y dejándola alucinada. Tardé un buen rato en tranquilizarme, hasta tuve que agarrarme la tripa del ataque de hilaridad que me entró. Cuando por fin me calmé, le respondí que no, que era la orientadora. ella se quedó con la boca abierta y cara de boba mirando mi maletón. Debía de ser la primera vez que veía a una orientadora tan absurdamente cargada de cosas, ya que lo mío era un troley de viajes, y no un fin de semana precisamente sino uno de esos que te llevas para todas las vacaciones de verano. sin poder contener su asombro, volvió a preguntar: "¿Y qué llevas en esa maleta tan grande?" - a mi me pareció obvia la respuesta, ¿qué iba a llevar el camping gas y las chistorras? la miré con cara de flipe y le contesté lo más educadamente que pude: "Pues qué voy a llevar, pruebas de evaluación?"
Ella me seguía mirando como si yo fuera una marciana e insistió: "Pero ¿a ti te da tiempo a utilizar todo lo que llevas ahí en una mañana?"
La miré sin saber qué contestarla porque yo, en mi ignorancia, estaba convencida de que por supuesto que me daría tiempo a emplearlo todo. El caso es que ahí quedó la conversación, pero me picó la curiosidad y me dediqué a analizar cuántas de las cinco pruebas que llevaba me daría tiempo a utilizar.
La realidad cayó sobre mi como un jarro de agua fría: sólo pude pasar una de las pruebas, intercalándolo con entrevistas varias y reuniones de coordinación. entonces comprendí la sorpresa de aquella profesora y la amplitud de mi ignorancia, añadida a las dificultades de estructuración temporal que ya he mencionado que tengo. Vamos, que ni con relojes controlo adecuadamente la duración de las tareas que me programo hacer al día. Comprendí que debía planificar mejor mi agenda y, sobre todo y dado que tenía que ir con el pesado sacaleches eléctrico a todas partes, debía llevar menos pruebas a los coles, lo que se reduciría a una o a lo sumo dos depende de lo cargadita que tuviera la mañana.
Diás después, sucedió algo que me hizo comprender el porqué de la asociación que hizo esta mujer de mi equipaje con la posibilidad de que fuera una vendedora de una editorial, ya que vino un vendedor de la editorial SM al centro ¡y su maleta era exactamente igual a la mía!
¿coincidencia? No lo creo, ignorancia y exageración por mi parte, y ahí entra en juego mi vena andaluza.
Hasta aquí la breve anécdota de hoy, espero que sirva para que nos demos cuenta de que una bena organización del tiempo o un secretario personal ( a ser posible eficiente y que esté de buen ver) son necesarios en nuestra profesión como la cofia y el delantal en la de los cocineros.
¡Hasta mañana queridos lectores!

No hay comentarios:

Publicar un comentario